marreaga_mi
confrontación con la docencia.
Estudié el Diplomado en Lengua Inglesa en la Normal Superior
del Estado de Nuevo León en el año 1985. Esta fue mi segunda opción vocacional
a seguir, ya que la primordial, Medicina, no pude cursarla por varios factores
que se conjuntaron (orfandad, falta de apoyo por parte de mi familia,
diferentes tipos de abusos, etc.). Me faltaron 4 meses para terminar mis
estudios. Mi pasión por el conocimiento del cuerpo humano, saber cómo funciona,
el milagro de la vida, y lo principal, salvar y preservar la vida y la salud era
lo que siempre me había apasionado. Desgraciadamente fallece mi madre, cuando
yo tenía once años, la cual era el motor de mi vida y el único soporte moral,
afectivo y económico, por lo cual siento que el mundo se me viene encima.
Me
gustaba la docencia porque en casa estaba inmersa en el mundo docente, mi
madre, mi hermano, mis primos, todos eran maestros, pero no lo consideraba como
el perfil a desarrollar. Aún
así, de niña solía jugar a “las escuelitas” donde, obviamente, yo era la
maestra y me encantaba poner actividades a mis “alumnos”, explicarles y, sobre
todo, revisar tareas y exámenes.
Por circunstancias de la vida, me casé muy joven, dedicándome por
completo a desempeñarme en mi papel de ama de casa, período de mi vida en el
cual me arrepiento y a la vez no de no haber conseguido un trabajo: no fui útil
a la sociedad y era dependiente económica de mi marido, a la vez que teníamos
muchas carencias, pero a la vez, esa
maravillosa experiencia de estar de tiempo completo con dos mis hijas, entonces
pequeñas, no lo cambiaba por nada del mundo, ya que deseaba estar al pendiente
de ellas y no quería ni por un instante extrañaran a su madre como yo extrañaba
a la mía.
Un
día, después de 15 años de casada y con un hijo más, el cual tenía 4 añitos, se
me presenta la oportunidad de trabajar como maestra de inglés para Maternal II
y Preescolar, y dudé mucho para aceptar.
Solamente con pensar en estar frente a un grupo y ser la responsable ante los
padres de familia de su aprendizaje, me aterraba. Aunado a esto, la
inexperiencia y el no contar con estrategias de enseñanza era angustiante, por
lo cual, cuando finalmente acepté, observaba como las educadoras trabajaban con
los niños y aparte tenía que estar traduciendo canciones y frases, cosa difícil
después de 15 años de no poner en práctica mis conocimientos, y no contar con
las facilidades tecnológicas con las que contamos ahora: internet, traductores
en línea con pronunciación, solo contaba con mis conocimientos y un diccionario
inglés-español.
Gracias a esa oportunidad y a la confianza que desarrollé en mí misma,
que a su vez partía de la que me
brindaban mis superiores y los padres de familia contentos con el avance que
mostraban sus hijos en inglés, tuve la oportunidad 6 años después de enrolarme
como docente en el turno vespertino en el Conalep “Lic. Raúl Rangel Frías” de
CD. Guadalupe, N.L. impartiendo la materia “Introducción a la Biología” de 6º.
Semestre, materia que se impartía con el Modelo Educativo 2003, por lo cual me
pasaba gran parte de mi tiempo entre la biblioteca e internet., con el cual afortunadamente ya
contaba en casa, teniendo poco tiempo
libre para mí, porque continuaba por las mañanas como maestra de inglés en el
kínder.
Sin
embargo yo quería impartir mi materia: inglés, y esa oportunidad se me presentó
después de 2 semestres, para lo cual, aunque suene poco lógico, me sirvió
muchísimo mi trabajo en el kínder. l
Me di cuenta que necesitaba diferentes
estrategias para poder desempeñarme satisfactoriamente con los alumnos de ambos
niveles y recurría a diferentes técnicas como las aprendidas en los diferentes
cursos que nos dan nuestros superiores en el plantel, cursos que abarcan desde
el conocimiento del el Modelo de Competencias, habilidades didácticas,
estrategias de enseñanza y/o aprendizaje, maneras de evaluar, tipos de
rúbricas, etc. así como pedir asesoría a maestros más experimentados, y lo más
importante: tener la capacidad para detectar por mi cuenta mis posibles áreas
de oportunidad, y la inteligencia para poder mejorarlas y tener la humildad de
agradecer cuando me las hacían ver.
Trabajar
en Educación Media Superior me llena de satisfacción porque disfruto mi trabajo
y también porque es una fuente de ingresos para ayudar a mi esposo a solventar
a mi familia, además que te encariñas mucho con los alumnos y aprendes muchas
cosas de ellos. Me agrada que aún cuando ya salieron de la escuela te contacten
para que les expliques cosas que no entienden en la facultad o bien que te los
encuentres en la calle y te saluden con cariño y respeto aún cuando algunos de ellos tienen
puestos importantes., aunque en algunos casos aprovechamos las ventajas de la
tecnología, como Messenger, Facebook,
Twitter, etc., para seguir en contacto con ellos y así nos damos cuenta de
sus logros, metas cumplidas, fracasos, etc., siendo lo más emocionante cuando
te hacen partícipe, ya sea porque se organizan para salir y te invitan para
acompañarlos o porque te invitan a su graduación de facultad, a su boda, al
bautizo de sus hijos, etc. Esta es una de las cosas gratificantes de haberme
interesado en su aprendizaje, de haberme ganado su respeto y confianza., porque
mi recompensa es que ellos lo reconozcan
y lo valoren.
Una de las cosas que no me gustan a la hora
que tengo que impartir mi módulo es el poco tiempo del que disponemos: 3
horas-clase a la semana, tiempo que considero insuficiente para un buen
aprendizaje, ya que tenemos que ver gramática y, lo que considero
importantísimo, la pronunciación.
Otra
cosa que me disgusta es el poco interés que muestran algunos compañeros
maestros al aprendizaje real del alumno, ya sea por comodidad, o por
cumplir con las exigencias de los planteles de evitar a toda costa la reprobación,
pero al final de cuentas creen que con aprobarlos los están ayudando y a la vez
se ayudan ellos, cuando la realidad es que perjudican muchísimo al alumno al
darle una visión irreal de la verdadera intención de una buena enseñanza, así
como mostrarnos ante ellos con una imagen muy pobre y devaluada. Los alumnos
son muy listos y saben distinguir de un maestro con estas características del
que no, por lo cual muy probablemente en un futuro ni te recuerde, porque tu
paso por la vida de ellos fue intrascendente y simplemente fuiste un maestro
más. ¡Qué satisfactorio cuando tu labor docente dejó huella en ellos y eres
recordado no por ser “el maestro que como quiera te pasa”, sino como el que le
transmitiste conocimientos, te
interesaste en él y por eso te recordará a través de los años!
Este semestre que finalizó mi plantel Conalep tuvo menores índices de
reprobación, según nos informaron nuestros superiores, lo cual es motivante,
porque significa que al menos vamos por buen camino al aplicar las estrategias
aprendidas.
En
el texto, José Manuel Esteve me hizo recordar mis áreas de oportunidad al
iniciarme como docente, algunos de los cuales ya están superados, sin embargo
me falta todavía corregir o modificar otros.
Comparto con él el sentimiento de angustia, ansiedad, y hasta miedo el
no saber cómo desempeñarme con jóvenes de preparatoria, no sabía cómo dar una
clase, sin embargo, al recordar lo bueno de mis maestros, evitar hacer lo que
me desagradó que hicieran cuando yo era alumna, y a la vez, poner en práctica
los consejos tanto de maestros experimentados como lo aprendido en los diversos
cursos tomados, me fue de mucha utilidad. Por algo Esteve nos llama a los
buenos maestros “regalos de los dioses, maestros de humanidad” (modestia
aparte).
Me
siento identificada con el ensayo y error porque las buenas experiencias las sigo aprovechando
mientras las que no me resultan las desecho y /o modifico. Según Esteve la
libertad de ser maestro se logra superando dificultades, como elaborar tu
propia identidad profesional, dominar las técnicas básicas para ser un buen
interlocutor, resolver el problema de la disciplina y adaptar los contenidos al
nivel de conocimiento del alumnado.
Esteve recomienda que entendamos en qué consiste ser maestro para poder encontrar
nuestra identidad docente, y una de las maneras es estar a su servicio (hasta
cierto punto, claro) aclarando sus
preguntas sin exhibirlos, atender fuera del aula o en sala de maestros a
alumnos que lo requieran y recordar que los conocimientos previos son muy
importantes para acceder a los nuevos conocimientos y por ello debemos
identificar cuáles son sus deficiencias,
además de adecuar los contenidos a niveles no tan elevados.
La
segunda dificultad que debemos enfrentar es el de ser buenos interlocutores, para
lo cual es importante llevar algún curso de comunicación, porque debemos
recordar que somos los intermediarios entre el saber y los alumnos. Esta
capacitación nos sería muy útil, porque de pasada nos ocuparíamos de la disciplina,
ya que todos nuestros proyectos y motivos
tienen que estar basados en cuestiones razonables, y para
transmitírselos, nos basamos en la comunicación. De hecho, una de las primeras
evidencias que trabajo con mis alumnos en el aula, es la redacción de un “Code of
Conduct” (código de conducta), el cual, para empezar no es llamado
“reglamento”, aparte, por medio de lluvia de ideas ellos participan con sus
aportaciones y sugieren las respectivas sanciones, los cuales tampoco son llamados
castigos. Aquí manejo el concepto de “consecuencias”, las cuales son el
resultados de nuestras acciones, ya sean buenas o malas ¡Qué gratificante para
ellos que sus ideas sean tomadas en cuenta, y no llegue el maestro simplemente
a imponer! Además, ¡que gratificante para mí que en algunos de los casos mis
expectativas fueron superadas!.
Finalmente
Esteve dice que debemos adecuar los contenidos al nivel de los alumnos para
esto debemos considerar la especialidad que están cursando para ver la profundidad
de los temas y el tipo de actividades que vamos a aplicarles.
Gracias.